viernes, 23 de marzo de 2018

Decide, decide ya.

Cuando un facultativo te diagnostica una enfermedad grabe, no te está diciendo otra cosa sino: "ponte a tomar decisiones ya".

Esas decisiones comienzan por saber si vas ha ser fuerte y le vas ha plantar cara a la situación, o por  el contrario vas a dejarte arrastrar por la corriente.

Sí quieres tener posibilidades de salir airoso, hay que comenzar por convertirse en una persona de acero. Pero sin caer en la ilusión de pensar que ésto se consigue de un día para otro. Para conseguirlo es necesario trabajar todos los días un ratito en ello. Saltándose los días esos en los que el mundo nos abandona y no somos nadie. 

Convertirte en una persona proactiva, que lleve las riendas de la situación es complicado, porque nadie nos ha enseñado cómo hacerlo. En la escuela te enseñan a memorizar miles de datos inútiles, pero nadie nos explica cómo hacer frente a los problemas.

Por lo tanto, una enfermedad se convierte en una auténtica carrera de obstáculos que debemos saltar de prisa y medio a ciegas. Porque la mayoría de las veces no sabemos a dónde iremos a parar, si será a buen puerto o por el contrario acabaremos a la deriva.

La vida nos obliga a tomar grandes decisiones sin tener tiempo de reflexionar. Hemos de decidir cómo afrontar la enfermedad, cómo encararla, qué podemos hacer para mejorar, aprender a ser positivos y a sobrellevar los malos días de la mejor manera posible. Todo ésto y más, en un pis-pas, sin pensar ni respirar, porque el tiempo corre en nuestra contra.

Así pues, si estás dispuesto a aprender es el momento adecuado. Aprenderás mil cosas sobre tí, sobre los demás y sobre la vida que nunca pensaste aprender. Cosas que nunca te planteaste, te las plantearás ahora. 

Cada día será un reto, hacia allá o hacia acá y con o sin fuerzas, tendrás que seguir a delante.

Porque no hay otra alternativa, o más bien, la otra alternativa no nos sirve.


                                                                       Paula Cruz Gutiérrez.


martes, 20 de marzo de 2018

Libre Como el Viento.




TODOS LOS SERES HUMANOS NACEMOS LIBRES.

Esta es una ley que todos deberíamos recordar.

Unos seremos hombres o mujeres, unos tendremos más educación que otros, más estudios o más dinero. Unos habremos recorrido más mundo y otros menos, unos tendremos la mentalidad más dispuesta para aprender cosas nuevas, otros serán mucho más reacios. Pero lo importante es que todos somos iguales.

Nadie nunca debería creer que tiene el derecho de someter a los demás, de decirle a otra persona lo que tiene que hacer o de prohibirle ver a las personas que desee ver.

Pero desgraciadamente hay personas que a veces confunden el amor con la posesión, los celos con amar o la posición económica con ser superiores a otros.

Cuando alguien tiene el propósito de doblegarte, de dejarte aun lado aislándote de los demás, de prohibirte hacer las cosas que te gustan o simplemente de impedirte desarrollarte como ser humano, lo mejor es que te alejes.

Con los años he aprendido que para que haya un maltratador, es imprescindible que haya una persona que se deje maltratar. Es primordial que cuando veamos que alguien nos quiere manipular nos neguemos a aceptarlo. Siempre nos lo pintarán muy bien, nos dirán que nos quieren y que no pueden vivir sin nosotros, pero éso es cualquier cosa menos amor. 

Cuando alguien te insulta o te dice que no sirves para nada por el hecho de ser mujer, simplemente está reflejando su yo interno. Si esa persona se siente inferior, para sentirse mejor, intentará por todos los medios atacar a otra persona para así sentirse más fuerte. Cuando en realidad, lo único que refleja es su propia cobardía a enfrentarse a la situación o a otra persona, que tal vez a él le esté haciendo lo mismo.

Si alguien en un momento dado, empieza a sentirse atacado, que no lo deje pasar. El tiempo no cura nada, al contrario, lo empeora todo. Y aunque al principio todo comience despacio, con el tiempo se agrava. Al final, te ves encerrado en una espiral de la que no puedes salir, sólo porque el primer día no supiste decir basta. No te dejes chantajear, que el miedo no te impida tener la vida que desees. En tu interior escondida está toda esa fuerza que necesitas para escapar, sólo necesitas encontrarla y volar.

Por ello, es importante proteger a las víctimas, pero es aún más importante mentalizarnos de que todos somos iguales. Que hay límites en la libertad de las personas en los que nadie tiene derecho a pasar. 

Y si la persona que tienes a tu lado no te gusta como es, en vez de querer cambiarla intenta comprenderla y déjala marchar. 

Que el miedo no gobierne tu vida porque nadie es el propietario de nadie.

El amor es simplemente, LIBERTAD.

                                                            
                                                                         Paula Cruz Gutierrez.


sábado, 17 de marzo de 2018

Un Ciclo Nuevo.



De nuevo me toca ciclo, cada vez pasan más deprisa los veintiún días.

Avanzamos despacio por la M-30. Las cuatro gotas de lluvia que caen arriba, se traducen en atasco aquí abajo.

Llegamos bien al hospital para hacerme la analítica. Después toca el café capuchino de rigor. 

La consulta con el doctor transcurre con normalidad y me da una alegría, en mayo terminamos con el tratamiento actual y ya quedo libre. Los buenos resultados del último TAC así nos lo permiten, no queda rastro de enfermedad.

Por otro lado, me pide ayuda para mejorar el Servicio de Oncología. Soy paciente que vive fuera de Madrid y le interesa conocer mi opinión sobre qué mejoras podrían implantarse sobre todo de carácter telemático.

Subo a la planta de arriba y mientras que el enfermero viene a ponerme la medicación, empiezo a comerme el bocadillo de jamón que traigo para comérmelo antes del tratamiento, porque parece que así me sienta mejor.

Le pido un papel a la auxiliar y me dispongo a pensar qué cosas podrían mejorarse. Aunque a decir verdad, yo no puedo quejarme del trato recibido, más bien, todo lo contrario. El equipo se caracteriza por ser un grupo de personas humanizado, que intenta en todo momento suavizarnos los malos tragos. Tal vez se podrían implantar consultas o dudas por videoconferencia, sigo pensando....

                           
                                                                     Paula Cruz Gutiérrez.

miércoles, 14 de marzo de 2018

Un mundo Zen.


Pensaremos que vivimos en un mundo zen, dónde todo y todos estamos relacionados.

Donde todos nos apoyamos y ayudamos en lo que sea necesario, sin dedicamos a criticar a los demás por lo que hacen o dejan de hacer. Todos somos diferentes con puntos de vista igual de diferentes. Normalmente todos hacemos lo que creemos más adecuado en cada momento, o simplemente, lo que sabemos hacer.

Pero parece que aún hay muchas personas que no han descubierto que pensar en positivo y bien de los demás, es una cosa factible y que se puede hacer sin que suponga ningún problema, ni cause trauma alguno.

Hace dos semanas, acudí al tribunal de la discapacidad en Cuenca.
Nunca pensé que yo llegaría a ser una persona discapacitada, con lo independiente que siempre he sido, pero ahora, ya me veis. Me he convertido en una persona dependiente de los demás para hacer cosas habitualmente sencillas.

Pues bien, en dicho tribunal, la médico que me atendió me trató de forma áspera, con poco respeto y ninguna empatía. Como queriendo decir que yo estaba allí porque se me había antojado ir aquella mañana. Como resultado de su consulta tan agradable, ha puesto en el informe que los dolores que padezco son imaginarios y que me recomienda acudir al psiquiatra. 

Yo le digo a esta señora que ya le gustaría a ella tener la cabeza igual de amueblada como la tengo yo y que espero que si algún día se ve en una tesitura similar, la traten mejor de lo que ella me trató a mí.

Se escapa a mi intelecto comprender porqué hay personas tan poco sensibles ni solidarias de cara al público, atendiendo a los que como yo, nos encontramos en una situación más vulnerable y en desventaja.

Tal vez estas personas estén ahí solo para que podamos apreciar mejor a las buenas personas que nos encontramos por el camino.


                                                                        Paula Cruz Gutiérrez.


domingo, 11 de marzo de 2018

Un Sol Perezoso.


Hoy me he despertado temprano, a pesar, de que anoche me costó mucho dormirme. Mi cabeza amanece igual de aturdida y dolorida que ayer. De nada me sirvió tomarme varias pastillas para intentar mitigar el dolor.
El sol esta mañana anda perezoso, con un tono amarillento raro; parece no querer despertar de su cama de nubes. Nubes que por cierto, ayer descargaron sobre nosotros toda el agua y el granizo que llevaban acumulados y que convirtieron las calles en ríos. 

Ayer fue un buen día de encuentros y reencuentros, de charlas amenas y de conversaciones tranquilas. Los niños disfrutaron jugando con sus amigos, y nosotros, charlando con los mayores.

En el auditorio se celebró el día internacional de la mujer y este año, decidieron hacer un pequeño homenaje a las ciento veinte mujeres empresarias de Mota. Con un pequeño montaje fotográfico fuimos desfilando una a una y después nos dieron una flor. Una preciosa gerbera, una de mis flores favoritas.

Es cierto que hay días que transcurren de forma abrupta, dejando huella a su paso. Pero también los hay que transcurren de forma tranquila, dándonos una tregua y dejándonos tomar aire para seguir respirando. Ayer fue uno de éstos días. 

A pesar de las inclemencias del tiempo, fue un día cálido, amoroso y especial. 

Muchas gracias a todas esas personas que estáis a mi alrededor, puede que no estéis siempre físicamente cerca de mí. Pero sé que estáis presentes, con vuestra amistad, vuestro apoyo y vuestro cariño.

Por fin parece que el sol se decide a salir y si el viento decidiese llevarse mi dolor de cabeza, el día comenzaría de una manera espectacular.

Feliz domingo a todos.


                                                                       Paula Cruz Gutiérrez.





miércoles, 7 de marzo de 2018

Llorar.



Lágrimas que brotan sin querer. 
Caen despacio, como reconociendo el camino que humectan a su paso.

No son lágrimas abundantes en cantidad, pero sí en dolor acumulado. Como la nieve cuando cubre al campo y lo humedece poco a poco.

Hay un dolor que muchas personas llevan dentro. Un dolor que un buen día atrapó nuestra alma y que nos recuerda su existencia humedeciéndonos el rostro de vez en cuando. Recordándonos así su existencia.

Llorar ayuda a apaciguar ese espíritu atormentado por vidas pasadas y presentes, nos libera de las piedras del camino. No es un acto de débiles ni cobardes porque a veces, es simplemente necesario. Las lágrimas nos alivian el espíritu y nos despejan la mente. Nos sirven de desahogo liberador, da igual que lloremos solos o acompañados, en silencio o a gritos. 

Otra ventaja del llanto es que nos sirve para eliminar toxinas que hemos ido acumulando con la ansiedad y el estrés. A veces vamos cargando nuestra mochila de sentimientos, como queriendo olvidarlos en un rincón, hasta que llega un día en que la mochila lleva demasiado peso y se nos rompe.

No hay un camino fácil ni predeterminado para llegar a la verdad de uno mismo. En el interior de cada uno de nosotros habita una historia, un recuerdo, una herida que nos acecha y nos molesta. Encontrar el camino y el momento más adecuado para liberarnos de él, es tarea individual.

No guardéis ese dolor para luego, pues el tiempo lo agranda y siempre vuelve reforzado. 


                                                                      Paula Cruz Gutiérrez.